No entiendo a los perfeccionistas ni a los que lo dejan todo deshecho sin dejar algún cabo atado por si cae la mayor tormenta jamás vista.
Pero me basta con sentirme así, con escuchar el corazón latir, con enamorarme cada noche y desenamorarme cada mañana, con vivir feliz con los pequeños detalles que me aporta la vida.